Domingo de Ramos – B. Evangelio 15,22 Y le condujeron al lugar del Gólgota, que significa «lugar de la Calavera». 23 Y le daban a beber vino con mirra, pero él no lo aceptó. 24 Y le crucificaron y se repartieron sus ropas echando suertes sobre ellas para ver qué se llevaba cada uno. 25 Era la hora tercia cuando lo crucificaron. 26 Y tenía escrita la inscripción con la causa de su condena: «El Rey de los Judíos». 27 También crucificaron con él a dos ladrones: uno a su derecha y otro a su izquierda. (28) 29 Los que pasaban le injuriaban, moviendo la cabeza y diciendo: —¡Eh! Tú que destruyes el Templo y lo edificas de nuevo en tres días, 30 sálvate a ti mismo, bajando de la cruz. 31 Del mismo modo, los príncipes de los sacerdotes se burlaban entre ellos a una con los escribas y decían: —Salvó a otros, y a sí mismo no puede salvarse. 32 Que el Cristo, el Rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos. Incluso los que estaban crucificados con él le insultaban. 33
Domingo de Ramos. 2ª lectura 6 [Cristo Jesús], siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, 7 sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, 8 se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; 10 para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de Dios Padre. Comentario a Filipenses 2,6-11 Éste es uno de los textos más antiguos del Nuevo Testamento sobre la divinidad de Jesucristo. Quizá es un himno utilizado por los primeros cristianos que San Pablo retoma. En él se canta la humillación y la exaltación de Cristo. El Apóstol, teniendo presente la divinidad de Cristo, centra su atención en la muerte de cruz como ejemplo su