Ir al contenido principal

Pondré mis palabras en su boca (Dt 18,15-20)

adivinos%2Bhoroscopos

4º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura

15 Pues el Señor, tu Dios, suscitará de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo; a él habéis de escuchar. 16 Así lo pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: «No quiero seguir oyendo la voz del Señor, mi Dios, ni ver más este gran fuego, no vaya a morir». 17 Y el Señor me dijo: «Está bien lo que han dicho. 18 Les suscitaré un profeta como tú de entre sus hermanos; y pondré mis palabras en su boca; él les hablará cuanto yo le ordene. 19 Si alguno no escucha las palabras que hablará en mi nombre, yo le pediré cuentas. 20 Pero el profeta que ose pronunciar en mi nombre una palabra que no le haya mandado decir, y el que hable en nombre de otros dioses, ese profeta morirá».

Comentario a Deuteronomio 18,15-20

Se trata de un texto clave para la institución del profetismo en Israel e, incluso, para el concepto de Mesías. El profeta es, junto con el rey y el sacerdote, una de las grandes instituciones de Israel, con unas características de elevación religiosa y moral peculiares del pueblo elegido. Moisés es considerado por la tradición deuteronómica (cfr Dt 34,10-12) no sólo como el salvador de la esclavitud de Egipto y el legislador, sino como el primero y el modelo egregio de los profetas que Dios hará surgir después.

La misión fundamental del profeta será hablar en nombre del Señor y anunciar el significado y alcance de acontecimientos pasados, presentes y futuros: los israelitas no necesitarán para nada, por tanto, de adivinos, de magos ni de nigromantes —evocadores de muertos—, tan relacionados con la idolatría y la superstición. Sin embargo, de hecho, caerán con frecuencia en esa tentación; incluso en el horrendo «hacer pasar por el fuego» a los hijos (cfr 2 R 21,6) —eufemismo que designaría verdaderos sacrificios humanos—, repetidas veces condenado en el Antiguo Testamento (cfr, p.ej., Jr 7,31; Ez 16,20-21).

La tradición ha mostrado el sentido mesiánico de los vv. 15 y 18. Ya en el Nuevo Testamento, San Pedro identifica el «profeta» que Dios suscitaría con Jesucristo (cfr Hch 3,22-23, que cita textualmente Dt 18,18; cfr también Jn 1,21.45; 6,14; 7,40). Entre los testimonios de la tradición judía que, en tiempos de Jesús, daban a este pasaje un valor fuertemente mesiánico destaca el de los Manuscritos de Qumrán (cfr 1 QS 9) que añaden a este pasaje el de Dt 5,28-29 y los referentes a la Estrella de Jacob (Nm 24,17) y al Cetro de Israel (Gn 49,10); finalmente ponen en relación 18,9-22 con 33,8-11, mediante la alusión al Mesías sacerdotal.

El sentido colectivo que puede tener el anuncio de Moisés —en cuanto referido a los sucesivos profetas que Dios irá suscitando en Israel— es perfectamente compatible con su cumplimiento en grado eminente en Jesucristo, culmen de todos los profetas (cfr Hb 1,1-4).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Pasión de Jesucristo, según San Juan (Jn 18,1–19,42)

Viernes Santo – Evangelio 19,25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. 26 Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: —Mujer, aquí tienes a tu hijo. 27 Después le dice al discípulo: —Aquí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa. 28 Después de esto, como Jesús sabía que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed. 29 Había por allí un vaso lleno de vinagre. Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. 30 Jesús, cuando probó el vinagre, dijo: —Todo está consumado. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Comentario a Juan 18,1 - 19,42 El Evangelio de Juan presenta la pasión y muerte de Jesús como una glorificación. Con numerosos detalles destaca que en la pasión se realiza la suprema manifestación de Jesús como el Mesías Rey. Así, cuando

Habla Señor, que tu siervo escucha (1 S 3,3b-10.19)

2º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 3b  Samuel estaba acostado en el Santuario del Señor donde estaba el arca de Dios. 4 Entonces el Señor le llamó: —¡Samuel, Samuel! Él respondió: —Aquí estoy. 5 Y corrió hasta Elí y le dijo: —Aquí estoy porque me has llamado. Pero Elí le respondió: —No te he llamado. Vuelve a acostarte. Y fue a acostarse. 6 El Señor lo llamó de nuevo: —¡Samuel! Se levantó, fue hasta Elí y le dijo: —Aquí estoy porque me has llamado. Pero Elí contestó: —No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte 7 —Samuel todavía no reconocía al Señor, pues aún no se le había revelado la palabra del Señor. 8 Volvió a llamar el Señor por tercera vez a Samuel. Él se levantó, fue hasta Elí y le dijo: —Aquí estoy porque me has llamado. Comprendió entonces Elí que era el Señor quien llamaba al joven, 9 y le dijo: —Vuelve a acostarte y si te llaman dirás: «Habla, Señor, que tu siervo escucha». Samuel se fue y se acostó en su aposento. 10 Vino el Señor, se

Pecado y arrepentimiento de David (2 S 12,7-10.13)

11º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 7 Dijo entonces Natán a David: —Tú eres ese hombre. Así dice el Señor, Dios de Is­rael: «Yo te he ungido como rey de Israel; Yo te he librado de la mano de Saúl; 8 te he entregado la casa de tu señor y he puesto en tu regazo las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y, por si fuera poco, voy a añadirte muchas cosas más. 9 ¿Por qué has despreciado al Señor, haciendo lo que más le desagrada? Has matado a espada a Urías, el hitita; has tomado su mujer como esposa tuya y lo has matado con la espada de los amonitas. 10 Por todo esto, por haberme despreciado y haber tomado como esposa la mujer de Urías, el hitita, la espada no se apartará nunca de tu casa». 13 David dijo a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán le respondió: —El Señor ya ha perdonado tu pecado. No morirás. En el párrafo anterior a éste, Natán acaba de interpelar a David con una de las parábolas más bellas del Antiguo Testamento provoca