Ir al contenido principal

¿Podéis beber el cáliz que yo bebo? (Mc 10,35-45)

29º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio

35 Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole:
—Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.
36 Él les dijo:
—¿Qué queréis que os haga?
37 Y ellos le contestaron:
—Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria.
38 Y Jesús les dijo:
—No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado?
39 —Podemos —le dijeron ellos.
Jesús les dijo:
—Beberéis el cáliz que yo bebo y recibiréis el bautismo con que yo soy bautizado; 40 pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo, sino que es para quienes está dispuesto.
41 Al oír esto los diez comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Entonces Jesús les llamó y les dijo:
—Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las oprimen, y los poderosos las avasallan. 43 No tiene que ser así entre vosotros; al contrario: quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; 44 y quien entre vosotros quiera ser el primero, que sea esclavo de todos: 45 porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en redención de muchos.

Comentario a Marcos 10,35-45

La escena se sitúa cuando Jesús va camino de Jerusalén (v. 32). Sabe lo que va a ocurrir allí (vv. 33-34) y el sentido redentor que tiene su muerte (v. 45).

Con la imagen del cáliz y el bautismo (v. 38), evoca también lo doloroso de ese trance (cfr 14,36; Rm 6,4-5). Jesús asocia, pues, a sus discípulos en su destino particular: «Fijémonos cómo la manera de interrogar del Señor equivale a una exhortación y a un aliciente. No dice: “¿Podéis soportar la muerte? ¿Sois capaces de derramar vuestra sangre?”, sino que sus palabras son: ¿Sois capaces de beber el cáliz? Y, para animarlos a ello, añade: Que yo he de beber; de este modo, la consideración de que se trata del mismo cáliz que ha de beber el Señor había de estimularlos a una respuesta más generosa. Y a su pasión le da el nombre de “bautismo”, para significar, con ello, que sus sufrimientos habían de ser causa de una gran purificación para todo el mundo. Ellos responden: Lo somos. El fervor de su espíritu les hace dar esta respuesta espontánea, sin saber bien lo que prometen, pero con la esperanza de que de este modo alcanzarán lo que desean» (S. Juan Crisóstomo, In Matthaeum 65,2).

En sus últimas palabras, el Señor recuerda que, si Él vino a servir (v. 45), es el servicio lo que caracterizará a quien haga sus veces (v. 43; cfr Jn 13,14-17): «No se mueve la Iglesia por ninguna ambición terrena, sólo pretende una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu Paráclito, la obra del mismo Cristo, que vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido» (Conc. Vaticano II, Gaudium et spes, n. 3).

Los tres anuncios que ha hecho Jesús sobre su Pasión en Jerusalén (v. 33; cfr 8,31; 9,31) presentan un mismo esquema: a la enseñanza del Señor, le sigue la resistencia a aceptarlo por parte de los discípulos y la corrección de miras por parte del Salvador. De esa manera, nosotros, como los discípulos, somos invitados a corregir continuamente nuestra visión del Señor.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

El mandamiento nuevo (Jn 13,31-33a.34-35)

Domingo 5º de Pascua – C. Evangelio 31 Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: —Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. 32 Si Dios es glorificado en él, también Dios le glorificará a él en sí mismo; y pronto le glorificará. 33a Hijos, todavía estoy un poco con vosotros. 34 Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros. Comentario a Juan 13,31-35 Los preceptos del Señor se resumen en uno solo: el Mandamiento Nuevo del amor (vv. 34-35). El precepto de la caridad compendia toda la ley de la Iglesia y es signo distintivo del cristiano: «Todos pueden signarse con la señal de la cruz de Cristo; todos pueden responder amén; todos pueden cantar aleluya; todos pu...

Confortaban los ánimos de los discípulos (Hch 14,21b-27)

Domingo 5º de Pascua – C. 1ª lectura 21b En aquellos días, Pablo y Bernabé se volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, 22 confortando los ánimos de los discípulos y exhortándoles a perseverar en la fe, diciéndoles que es preciso que entremos en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones. 23 Tras designar presbíteros en cada iglesia, haciendo oración y ayunando, les encomendaron al Señor, en quien habían creído. 24 Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia; 25 y después de predicar la palabra en Perge bajaron hasta Atalía. 26 Desde allí navegaron hasta Antioquía, de donde habían salido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían realizado. 27 Al llegar, reunieron a la iglesia y contaron todo lo que el Señor había hecho por mediación de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puert...