Exaltación
de la Santa Cruz
– 1ª lectura
4b En el camino desfalleció el ánimo del pueblo. 5
El pueblo habló contra Dios y contra Moisés:
—¿Por qué
nos habéis hecho subir de Egipto para morir en este desierto, donde no hay pan
ni agua y nuestra alma no puede más con este alimento tan ligero?
6 El Señor les envió serpientes venenosas que
mordieron al pueblo, y murió mucha gente de Israel. 7 Entonces el
pueblo vino a Moisés y dijo:
—Hemos pecado
porque hemos hablado contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de
nosotros las serpientes.
Y Moisés oró
por el pueblo. 8 El Señor dijo a Moisés:
—Haz una
serpiente venenosa y ponla sobre un mástil, y todo el que haya sido mordido y
la mire, vivirá.
9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre
un mástil, y si alguien había sido mordido por una serpiente, miraba fijamente
la serpiente de bronce y vivía.
El pueblo continúa protestando contra Moisés, ahora
a causa de aquel gran rodeo en torno a Edom. Pero esa protesta es, al mismo
tiempo, contra Dios. Ante el castigo, Moisés se convierte una vez más en
intercesor a favor del pueblo. Los sucesos a los que alude el relato pudieron
tener lugar en la zona de la
Arabá, donde ya desde el siglo XIII a.C. se explotaron minas
de cobre. En la actual Timná se ha encontrado un santuario egipcio con una
serpiente de cobre, señal de que a estas serpientes se les atribuía algún poder
mágico.
Este pasaje de Números es interpretado en Sb
16,5-12 donde se resalta que quien curaba no era la serpiente, sino la
misericordia de Dios, mientras que la serpiente era una señal de la salvación
que Dios ofrece a todos los hombres. La serpiente de bronce vuelve a
mencionarse en el Evangelio como tipo de Cristo clavado en la cruz, causa de
salvación para cuantos dirigen a Él su mirada con fe: «Como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del Hombre,
para que todo el que crea tenga vida eterna en él» (Jn 3,14-15). En el Evangelio
se contempla la acción salvadora de la serpiente levantada en lo alto aludiendo
al levantamiento de Jesús en la
Cruz y a su eficacia salvífica. Cuando Cristo es alzado sobre
todas las realidades humanas, eleva todas las cosas hacia él, de modo que su
glorificación es medio de curación definitiva para toda la humanidad.
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