Ir al contenido principal

Si perseveramos, reinaremos con Él (2 Tm 2,8-13)

28º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura
8 Acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muertos, descendiente de David, como predico en mi evangelio, 9 por el que estoy sufriendo hasta verme entre cadenas como un malhechor: ¡pero la palabra de Dios no está encadenada! 10 Por eso, todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación, que está en Cristo Jesús, junto con la gloria eterna.
11 Podéis estar seguros:
Si morimos con él, también viviremos con él;
12  si perseveramos, también reinaremos con él;
si lo negamos, también él nos negará;
13  si no somos fieles, él permanece fiel,
pues no puede negarse a sí mismo.
Los padecimientos de Pablo, encarcelado por predicar el Evangelio, son un título de gloria, pues en el martirio el discípulo se asemeja al Maestro. Por los méritos de Cristo se alcanza la salva­ción. Además, ninguna dificultad externa es obstáculo infranqueable para la difusión del Evangelio: «¡La palabra de Dios no está encadenada!» (v. 9). «Así como no es posible atar un rayo de luz ni encerrarlo en el hogar, del mismo modo tampoco se puede hacer eso con la predicación de la palabra del Evangelio. Y lo que es mucho más: el maestro estaba en cadenas y la palabra andaba volando libre; aquél habitaba en la cárcel mientras que su doctrina, como con alas, discurría por todas las partes del orbe de la tierra» (S. Juan Crisóstomo, Ad populum Antiochenum 16,12).
El himno de los vv. 11-13 consti­tuye un acicate para mantenerse fieles en circunstancias adversas, que pueden culminar en el martirio. Refleja la íntima unión del bautizado con Cristo muerto y resucitado, y es un canto a la perseve­rancia cristiana fundamentada en la fidelidad eterna del Señor, que siempre es fiel «pues no puede negarse a sí mismo» (v. 13). San Agustín explica que esa imposibilidad no es una limitación a la omnipotencia divina: «Lo único que no puede el omnipotente es lo que no quiere. (...) Es imposible que la justicia quiera hacer lo que es injusto, o que la sabiduría quiera lo que es necio, o la verdad lo que es falso» (Sermones 214,4).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Pasión de Jesucristo, según San Juan (Jn 18,1–19,42)

Viernes Santo – Evangelio 19,25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. 26 Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: —Mujer, aquí tienes a tu hijo. 27 Después le dice al discípulo: —Aquí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa. 28 Después de esto, como Jesús sabía que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed. 29 Había por allí un vaso lleno de vinagre. Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. 30 Jesús, cuando probó el vinagre, dijo: —Todo está consumado. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Comentario a Juan 18,1 - 19,42 El Evangelio de Juan presenta la pasión y muerte de Jesús como una glorificación. Con numerosos detalles destaca que en la pasión se realiza la suprema manifestación de Jesús como el Mesías Rey. Así, cuando

Entrada triunfal en Jerusalén (Mt 21,1-11)

Domingo de Ramos. Procesión 1 Al acercarse a Jerusalén y llegar a Betfagé, junto al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, 2 diciéndoles: —Id a la aldea que tenéis enfrente y encontraréis enseguida un asna atada, con un borrico al lado; desatadlos y traédmelos. 3 Si alguien os dice algo, le responderéis que el Señor los necesita y que enseguida los devolverá. 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del Profeta: 5 Decid a la hija de Sión: «Mira, tu Rey viene hacia ti con mansedumbre, sentado sobre un asna, sobre un borrico, hijo de animal de carga». 6 Los discípulos marcharon e hicieron como Jesús les había ordenado. 7 Trajeron el asna y el borrico, pusieron sobre ellos los mantos y él se montó encima. 8 Una gran multitud extendió sus propios mantos por el camino; otros cortaban ramas de árboles y las echaban por el camino. 9 Las multitudes que iban delante de él y las que seguían detrás gritaban diciendo: —¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bend

Institución de la Eucaristía (Mc 14,12-16.22-26)

Corpus Christi – B. Evangelio 12 El primer día de los Ácimos, cuando sacrificaban el cordero pascual, le dicen sus discípulos: —¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 13 Entonces envía dos de sus discípulos, y les dice: —Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidle, 14 y allí donde entre decidle al dueño de la casa: «El Maestro dice: “¿Dónde tengo la sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?”» 15 Y él os mostrará una habitación en el piso de arriba, grande, ya lista y dispuesta. Preparádnosla allí. 16 Y marcharon los discípulos, llegaron a la ciudad, lo encontraron todo como les había dicho, y prepararon la Pascua. 22 Mientras cenaban, tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Y tomando el cáliz, habiendo dado gracias, se lo dio y todos bebieron de él. 24 Y les dijo: —Ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es