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Mostrando entradas de junio, 2018

Nacimiento de Juan (Lc 1,57-66.80)

Solemnidad de San Juan Bautista – B. Evangelio 57 Entretanto le llegó a Isabel el tiempo del parto, y dio a luz un hijo. 58 Y sus vecinos y parientes oyeron la gran misericordia que el Señor le había mostrado y se congratulaban con ella. 59 El día octavo fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. 60 Pero su madre dijo: —De ninguna manera, sino que se llamará Juan. 61 Y le dijeron: —No hay nadie en tu familia que tenga este nombre. 62 Al mismo tiempo preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. 63 Y él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre». Lo cual llenó a todos de admiración. 64 En aquel momento recobró el habla, se soltó su lengua y hablaba bendiciendo a Dios. 65 Y se apoderó de todos sus vecinos el temor y se comentaban estos acontecimientos por toda la montaña de Judea; 66 y cuantos los oían los grababan en su corazón, diciendo: —¿Qué va a ser, entonces, este niño? Porque la mano del Señor est

Antes de que llegara Cristo, Juan predicó (Hch 13,22-26)

Solemnidad de San Juan Bautista – B. 2ª lectura En aquellos días Pablo dijo: 22 Dios les suscitó como rey a David, a quien acreditó diciendo: Encontré a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, que hará en todo mi voluntad. 23 De su descendencia, Dios, según la promesa, hizo surgir para Israel un Salvador, Jesús. 24 Juan había predicado, ante la proximidad de su venida, un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel. 25 Cuando estaba Juan para terminar su carrera decía: «¿Quién pensáis que soy? No soy yo, sino mirad que detrás de mí viene uno a quien no soy digno de desatar el calzado de los pies». 26 Hermanos, hijos de Abrahán y los que entre vosotros sois temerosos de Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de Salvación. El discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia nos informa admirablemente sobre su manera de presentar el Evangelio a una congregación de judíos y prosélitos. Describe un cuadro general de la historia de la salvación, donde f

Luz de las naciones (Is 49,1-6))

Solemnidad de San Juan Bautista – B. 1ª lectura 1 ¡Escuchadme, islas! ¡Poned atención, pueblos lejanos! El Señor me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre pronunció mi nombre. 2 Hizo de mi boca espada afilada, a la sombra de su mano me encubrió; hizo de mí una flecha aguzada, y me guardó en su aljaba. 3 Y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, en quien me glorío». 4 Yo me decía: «En balde me he fatigado, inútilmente y en vano he gastado mi fuerza. Sin embargo, mi juicio pertenece al Señor, y mi recompensa está en mi Dios». 5 Ahora dice el Señor, el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob volviese a Él y para reunirle a Israel, pues soy estimado a los ojos del Señor y mi Dios ha venido a ser mi fortaleza: 6 «Muy poco es que seas siervo mío para restaurar las tribus de Jacob y hacer volver a los supervivientes de Israel. Te he puesto para ser luz de las naciones, para que mi sal

Satanás está perdido (Mc 3,20-35)

10º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 20 Entonces llegó a casa; y se volvió a juntar la muchedumbre, de manera que no podían ni siquiera comer. 21 Se enteraron sus parientes y fueron a llevárselo porque decían que había perdido el juicio. 22 Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: —Tiene a Beelzebul, y expulsa los demonios por el príncipe de los demonios. 23 Y convocándolos les decía con parábolas: —¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Si un reino está dividido en su interior, ese reino no puede sostenerse; 25 y si una casa está dividida en su interior, esa casa no podrá sostenerse. 26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, entonces se encuentra dividido y no puede sostenerse, sino que ha llegado su fin. 27 Pues nadie puede entrar en la casa de uno que es fuerte y arrebatarle sus bienes, si antes no ata al que es fuerte. Sólo entonces podrá arrebatarle su casa. 28 »En verdad os digo que todo se les perdonará a los hijos de

Creemos, y por eso hablamos (2 Co 4,13—5,1)

10º domingo del Tiempo ordinario – B. 2ª lectura 13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe —según lo que está escrito: Creí, por eso hablé—, también nosotros creemos, y por eso hablamos, 14 sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará con Jesús y nos pondrá a su lado con vosotros. 15 Porque todo es para vuestro bien, a fin de que la gracia, multiplicada a través de muchos, haga abundar la acción de gracias para la gloria de Dios. 16 Por eso no desfallecemos; al contrario, aunque nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. 17 Porque la leve tribulación de un instante se convierte para nosotros, incomparablemente, en una gloria eterna y consistente, 18 ya que nosotros no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son pasajeras, y en cambio las invisibles, eternas. 5,1 Porque sabemos que, si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos un edific

Pondré enemistad entre ti y la mujer (Gn 3,9-15)

10º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 9 El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? 10 Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté. 11 Dios le preguntó: —¿Quién te ha indicado que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer? 12 El hombre contestó: —La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí. 13 Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? La mujer respondió: —La serpiente me engañó y comí. 14 El Señor Dios dijo a la serpiente: —Por haber hecho eso, maldita seas entre todos los animales y todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre el vientre, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón. El texto que escuchamos en la primera lectura de la Santa Misa se enmarca en el re