Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2021

Jesús perdido en el Templo (Lc 2,41-52)

Domingo de la Sagrada Familia. C - Evangelio 41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. 42 Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. 43 Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo advirtiesen sus padres. 44 Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, 45 y al no enc ontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca. 46 Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. 47 Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. 48 Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre: —Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. 49 Y él les dijo: —¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? 50 Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. 51 Bajó con ellos, vino a Nazaret

La Visitación de María a Isabel (Lc 1,39-45)

4º domingo de Adviento – C. Evangelio 39 Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; 42 y exclamando en voz alta, dijo: —Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. 43 ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? 44 Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; 45 y bienaventurada tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor. Contemplamos ahora la grandeza de María desde otros puntos de vista. Isabel, llena del Espíritu Santo, proclama que María es «madre de mi Señor» (v. 43). Pero ser «madre de Dios» es también objeto de fe para María, y por ello es felicitada por Isabel (v. 45). Sin embargo, la fe de la Virgen traspasa la mera virtud personal, pues da

Aquí vengo para hacer tu voluntad (Hb 10,5-10)

4º domingo de Adviento – C. 2ª lectura 5 Por eso, al entrar en el mundo, dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo; 6  los holocaustos y sacrificios por el pecado no te han agradado. 7  Entonces dije: «Aquí vengo, como está escrito de mí al comienzo del libro, para hacer, oh Dios, tu voluntad». 8 Después de haber dicho antes: No quisiste ni te agradaron sacrificios y ofrendas ni holocaustos y víctimas expiatorias por el pecado —cosas que se ofrecen según la Ley—, 9 añade luego: Aquí vengo para hacer tu voluntad. Deroga lo primero para instaurar lo segundo. 10 Y por esa voluntad somos santificados de una vez para siempre, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo. La eficacia del sacrificio de Cristo radica en la obediencia perfecta a la voluntad del Padre (cfr 5,9). Ésta es la razón de la Encarnación, a la que se alude en los vv. 5-7 con una cita del Sal 40 según la versión griega. Por eso, la liturgia de la Iglesia recuerda este te

El Mesías nacerá en Belén (Mi 5,1-4a)

4º domingo de Adviento – C. 1ª lectura 1 Pero tú, Belén Efrata, aunque tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser dominador en Israel; sus orígenes son muy antiguos, de días remotos. 2 Por eso Él los entregará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces, el resto de sus hermanos volverá junto a los hijos de Israel. 3 Él estará firme, y apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del Nombre del Señor, su Dios; y ellos podrán reposar, porque él será grande hasta los confines de la tierra. 4a Él mismo será la Paz. El horizonte, entenebrecido por unos momentos en los versículos precedentes (4,9-14), vuelve a abrirse alegre con el anuncio de un «dominador», o gobernante en Israel, que ha de nacer, «salir», de Belén, una ciudad de la región de «Efrata» (Gn 35,16). Con frecuencia se distingue la región de su ciudad más importante (1 S 17,12), pero en algunos textos ambas se identifican (Gn 35,19).

Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego (Lc 3,10-18)

  3º domingo de Adviento – C. Evangelio 10 Las muchedumbres le preguntaban [a Juan]: —Entonces, ¿qué debemos hacer? 11 Él les contestaba: —El que tiene dos túnicas, que le dé al que no tiene; y el que tiene alimentos, que haga lo mismo. 12 Llegaron también unos publicanos para bautizarse y le dijeron: —Maestro, ¿qué debemos hacer? 13 Y él les contestó: —No exijáis más de lo que se os ha señalado. 14 Asimismo le preguntaban los soldados: —Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer? Y les dijo: —No hagáis extorsión a nadie, ni denunciéis con falsedad, y contentaos con vuestras pagas. 15 Como el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban en su interior si acaso Juan no sería el Cristo, 16 Juan salió al paso diciéndoles a todos: —Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la correa de las sandalias: él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego. 17 Él tiene el bieldo en su mano, para limpiar su era y recoge

Alegraos, el Señor esta cerca (Flp 4,4-7)

3º domingo de Adviento – C. 2ª lectura 4 Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. 5 Que vuestra comprensión sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca. 6 No os preocupéis por nada; al contrario: en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras peticiones con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Son admirables estas palabras de San Pablo, si se tiene en cuenta que cuando escribe la epístola está encadenado y en la cárcel. Para la verdadera alegría no es obstáculo que las circunstancias en que se desarrolla la existencia de una persona sean difíciles o dolorosas. «Ésta es la diferencia entre nosotros y los que no conocen a Dios —dice San Cipriano—: ellos en la adversidad se quejan y murmuran; a nosotros las cosas adversas no nos apartan de la virtud ni de la verdadera fe. Por el contrario, éstas se afianzan en el dolor» ( De mortalitate 13). «El Señor

Canta de gozo, hija de Sión (So 3,14-18a)

3º domingo de Adviento – C. 1ª lectura 14 Canta de gozo, hija de Sión, alborózate, Israel, alégrate y disfruta de todo corazón, hija de Jerusalén: 15 El Señor revocó tu sentencia, echó afuera a tus enemigos; el Señor, Rey de Israel, está en medio de ti; no temerás más la desgracia. 16 Aquel día se dirá a Jerusalén: «¡No temas, Sión, no desfallezcan tus manos! 17 El Señor, tu Dios, está en medio de ti como poderoso Salvador. Él disfrutará de ti con alegría, te renovará su amor, se regocijará en ti con canto alegre, 18 como en los días de fiesta. Ahora la promesa de salvación se transforma en un canto de júbilo. El Señor, Salvador, viviendo en medio de su pueblo (v. 17), hace que todo sea alegría (v. 14) y no haya lugar para el temor (v. 16). El lector cristiano, al leer estos versículos no puede dejar de pensar en la escena de la anunciación a Santa María. También a María, la Virgen humilde (Lc 1,48), se le invita a alegrarse (Lc 1,28) y a no