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Mostrando entradas de agosto, 2022

El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo (Lc 14,25-33)

23º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 25 Iba con él mucha gente, y se volvió hacia ellos y les dijo: 26 —Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a su mujer y a sus hijos y a sus hermanos y a sus hermanas, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo. 28 Porque, ¿quién de vosotros, al querer edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos a ver si tiene para acabarla? 29 No sea que, después de poner los cimientos y no poder acabar, todos los que lo vean empiecen a burlarse de él, 30 y digan: «Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar». 31 ¿O qué rey, que sale a luchar contra otro rey, no se sienta antes a deliberar si puede enfrentarse con diez mil hombres al que viene contra él con veinte mil? 32 Y si no, cuando todavía está lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. 33 Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a t

Acógelo como si fuera yo mismo (Flm 9b-10.12-17)

23º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 9b Yo, Pablo, ya anciano y ahora además prisionero de Cristo Jesús, 10 te ruego en favor de mi hijo Onésimo, a quien engendré entre cadenas. 12 a éste te lo devuelvo como si fuera mi corazón. 13 Yo hubiera querido retenerlo para que me sirviera en tu lugar, mientras estoy entre cadenas por el Evangelio. 14 Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que tu buena acción no sea forzada, sino voluntaria. 15 Quizá por eso se alejó algún tiempo, para que ahora lo recuperes para siempre, 16 no ya como siervo, sino más que siervo, como hermano muy amado, en primer lugar para mí, pero ¡cuánto más para ti!, no sólo en lo humano, sino también en el Señor. 17 Por tanto, si me consideras hermano en la fe, acógelo como si fuera yo mismo. San Pablo ha engendrado a la fe a Onésimo, esclavo fugitivo de Filemón. El Apóstol juega con el significado de la palabra Onésimo (= útil), para interceder por él ante su antiguo amo

Se salvaron gracias a la Sabiduría (Sb 9,13-18)

23º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 13   ¿Qué hombre podrá conocer el designio de Dios? ¿Quién podrá pensar lo que el Señor quiere? 14   Mezquinos son los pensamientos de los mortales, inseguras nuestras decisiones. 15   Pues un cuerpo corruptible oprime el alma, la tienda terrenal oprime la mente, llena de preocupaciones. 16   A duras penas entendemos las cosas de la tierra, encontramos con fatiga lo que está a nuestras manos: ¿Quién podrá investigar las cosas del cielo? 17   ¿Quién conocer tu designio, si Tú no le das la sabiduría y envías desde las alturas tu santo espíritu? 18   Sólo así se enderezaron los caminos de quienes hay en la tierra, aprendieron los hombres lo que te agrada, y se salvaron gracias a la sabiduría. Termina la contemplación de la Sabiduría divina, identificada a veces con el «santo espíritu» que Dios envía desde las alturas (v. 17), y concluye con la afirmación de que gracias a la sabiduría se salvaron los hombres

El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado (Lc 14,1.7-14)

22º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Un sábado, entró él a comer en casa de uno de los principales fariseos y ellos le estaban observando. 7 Les proponía a los invitados una parábola, al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos: 8 —Cuando alguien te invite a una boda, no vayas a sentarte en el primer puesto, no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él 9 y, al llegar el que os invitó a ti y al otro, te diga: «Cédele el sitio a éste», y entonces empieces a buscar, lleno de vergüenza, el último lugar. 10 Al contrario, cuando te inviten, ve a ocupar el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó te diga: «Amigo, sube más arriba». Entonces quedarás muy honrado ante todos los comensales. 11 Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. 12 Decía también al que le había invitado: —Cuando des una comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no

Os habéis acercado a la ciudad del Dios vivo (Hb 12,18-19.22-24)

22º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 18 Vosotros no os habéis acercado a un fuego tangible y ardiente, a oscuridad, a tinieblas, a tempestad, 19 a son de trompetas, y a ese clamor de palabras que cuantos lo oyeron suplicaron que no se les hablara más. 22 En cambio, vosotros os habéis acercado al Monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea gozosa 23 y a la Iglesia de los primogénitos inscritos en los cielos, al Dios Juez de todos, a los espíritus de los justos que han alcanzado la perfección, 24 a Jesús mediador de la nueva alianza y a la sangre derramada, que habla mejor que la de Abel. Se presenta una comparación entre dos escenas: una es la estampa sobrecogedora del establecimiento de la Alianza en el Sinaí (cfr Ex 19,12-16; 20,18); la otra es la visión maravillosa de la Ciudad celestial en el monte Sión, morada de los ángeles y bienaventura­dos. El punto central de su argumento se basa en el mome

La sabiduría de la gente sencilla (Si 3,17-18.20.28-29)

22º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 17  Hijo, haz las cosas con mansedumbre, y serás amado por el hombre de valía. 18 Cuanto más grande seas, tanto más debes humillarte, y encontrarás gracia ante el Señor. 20 porque el poder del Señor es grande, y es alabado por los humildes. 28 Para llaga de soberbio no hay curación, porque la planta del mal ha echado en él sus raíces. 29 El corazón del prudente meditará los proverbios, y oído atento es lo que desea el sabio. Corazón sabio y prudente se guardará de pecar, y por la buenas obras prosperará. El texto trata de una virtud fundamental para el amante de la sabiduría: la humildad para reconocer las propias carencias y abrirse confiadamente con ánimo de aprender. En el contexto en que Ben Sirac escribió su obra, la filosofía griega y los nuevos conocimientos deslumbraban a muchos. Algunos abandonaban la Ley de Dios y la enseñanza tradicional de Israel para seguir a los maestros extranjeros. El orgullo

Vendrán de lejos y se sentarán a la mesa (Lc 13,22-30)

21º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 22 Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. 23 Y uno le dijo: —Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él les contestó: 24 —Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán. 25 Una vez que el dueño de la casa haya entrado y haya cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y os responderá: «No sé de dónde sois». 26 Entonces empezaréis a decir: «Hemos comido y hemos bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas». 27 Y os dirá: «No sé de dónde sois; apartaos de mí todos los servidores de la iniquidad». 28 Allí habrá llanto y rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras que vosotros sois arrojados fuera. 29 Y vendrán de oriente y de occidente y del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. 30 Pues ha

El Señor corrige al que ama (Hb 12,5-7.11-13)

21º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 5 Habéis olvidado la exhortación dirigida a vosotros como a hijos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando Él te reprenda; 6 porque el Señor corrige al que ama y azota a todo aquel que reconoce como hijo. 7 Lo que sufrís sirve para vuestra corrección. Dios os trata como a hijos, ¿y qué hijo hay a quien su padre no corrija? 11 Toda corrección, al momento, no parece agradable sino penosa, pero luego produce fruto apacible de justicia en los que en ella se ejercitan. 12 Por lo tanto, levantad las manos caídas y las rodillas debilitadas, 13 y dad pasos derechos con vuestros pies, para que los miembros cojos no se tuerzan, sino más bien se curen. Siguiendo el ejemplo de Jesús —que dio su vida por nuestros pecados, entregándola hasta la muerte—, los cristianos debemos luchar contra el pecado y ser perseverantes en las tribulaciones y persecuciones, porque si vienen es señal de que el Señor las p

Vendrán a Jerusalén de todas las naciones (Is 66,18-21)

21º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 18 Yo, que conozco sus obras y sus pensamientos, vendré para reunir a todas las naciones y lenguas, que vendrán y verán mi gloria. 19 Pondré en ellos una señal y enviaré los supervivientes de ellos a las naciones, a Tarsis, Put, Lud, Mésec, Ros, Tubal y Yaván, a las islas remotas, que no oyeron hablar de mí ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. 20 Traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones, como ofrenda al Señor, a caballo y en carros, en literas, en mulos y dromedarios a mi monte santo, a Jerusalén —dice el Señor—, del mismo modo que los hijos de Israel traen la oblación en recipientes puros al Templo del Señor. 21 Y tomaré también de entre ellos sacerdotes y levitas —dice el Señor—. El libro de Isaías se cierra con un colofón, parte en prosa (66,18-21) y parte en verso (66,22-24). Primero se anuncia la proclamación de la gloria del Señor a las naciones, a la que éstas responderán peregrinan

Fuego he venido a traer a la tierra (Lc 12, 49-53)

20º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 49 Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que ya arda? 50 Tengo que ser bautizado con un bautismo, y ¡qué ansias tengo hasta que se lleve a cabo! 51 ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, os digo, sino división. 52 Pues desde ahora, habrá cinco en una casa divididos: tres contra dos y dos contra tres, 53 se dividirán el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. El fuego expresa frecuentemente en la Biblia (cfr p. ej. Dt 4,24) el amor ardiente de Dios por los hombres. Con esta imagen y con la del Bautismo (cfr Mt 10,16-42) Jesús revela sus ansias incontenibles de dar la vida por amor a los hombres. Los cristianos debemos seguir su ejemplo: «¡Oh Jesús..., fortalece nuestras almas, allana el camino y, sobre todo, embriáganos de Amor!: haznos así hogueras vivas, que enciendan la tierra con el div

Estamos ante una nube de testigos (Hb 12, 1-4)

20º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 1 Por consiguiente, también nosotros, que estamos rodeados de una nube tan grande de testigos, sacudámonos todo lastre y el pecado que nos asedia, y continuemos corriendo con perseverancia la carrera emprendida: 2 fijos los ojos en Jesús, iniciador y consumador de la fe, que, despreciando la ignominia, soportó la cruz en lugar del gozo que se le proponía, y está sentado a la diestra del trono de Dios. 3 Por eso, pensad atentamente en aquel que soportó tanta contradicción por parte de los pecadores, para que no desfallezcáis ni decaiga vuestro ánimo. 4 No habéis resistido todavía hasta la sangre al combatir contra el pecado. La «nube de testigos» (v. 1) y la referencia a Cristo como «iniciador y consumador» (literalmente, «perfeccionador») enlaza con el pasaje anterior (cfr 11,4-38.40). El modelo y el fundamento de la perseverancia, a la que se aludía en 10,36, es Cristo. Él es ejem-plo perfecto de obediencia, de fidelidad a su mis

Echaron a Jeremías en un aljibe (Jr 38, 4-6.8-10)

20º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 4 Y dijeron los nobles al rey: —Este hombre [Jeremías] tiene que morir, porque, al decirles estas cosas, está desmoralizando a los combatientes que quedan en la ciudad y a toda la gente. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia. 5 El rey Sedecías respondió: —Ahí lo tenéis en vuestras manos, pues nada puede hacer el rey en contra vuestra. 6 Agarraron entonces a Jeremías y lo echaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, que está en el atrio de la guardia. Bajaron a Jeremías con cuerdas, pues en el aljibe no había agua sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo. 8 Salió Ébed-Mélec del palacio real y habló así al rey: 9 —Mi señor el rey, esos hombres han obrado mal en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías metiéndolo en el aljibe. Allá abajo morirá de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad. 10 El rey dio esta orden a Ébed-Mélec, el etíope: —Toma contigo treinta hombres de aquí y saca al prof

El administrador fiel y prudente (Lc 12,32-48)

19º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 32 No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. 33 Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no envejecen, un tesoro que no se agota en el cielo, donde el ladrón no llega ni la polilla corroe. 34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. 35 Tened ceñidas vuestras cinturas y encendidas las lámparas, 36 y estad como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle al instante en cuanto venga y llame. 37 Dichosos aquellos siervos a los que al volver su amo los encuentre vigilando. En verdad os digo que se ceñirá la cintura, les hará sentar a la mesa y acercándose les servirá. 38 Y si viniese en la segunda vigilia o en la tercera, y los encontrase así, dichosos ellos. 39 Sabed esto: si el dueño de la casa conociera a qué hora va a llegar el ladrón, no permitiría que se horadase su casa. 40 Vosotros estad también preparados, porque a la hora que m

La fe de nuestros padres (Hb 11,1-2.8-19)

19º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 1 La fe es fundamento de las cosas que se esperan, prueba de las que no se ven. 2 Por ella los antepasados han recibido un testimonio. 8 Por la fe, Abrahán obedeció al ser llamado para ir al lugar que iba a recibir en herencia, y salió sin saber adónde marchaba. 9 Por la fe, peregrinó por la tierra prometida como en tierra extraña, y habitó en tiendas, igual que harían Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas; 10 porque esperaba la ciudad fundada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe, también Sara, que era estéril, recibió vigor para concebir, aun superada ya la edad oportuna, porque creyó que era digno de fe el que se lo había prometido. 12 De modo que de uno solo, y ya decrépito, nacieron hijos tan numerosos como las estrellas del cielo e incontables como las arenas de las playas del mar. 13 En la fe, murieron todos ellos, sin haber conseguido las promesas, sino viéndolas y saludándolas

Salvación de los justos y perdición de los enemigos (Sb 18,6-9)

19º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 6 Aquella noche fue anunciada de antemano a nuestros padres, para que se alegraran, conscientes de las promesas en que creían. 7 Tu pueblo recibió expectante la salvación de los justos y la perdición de los enemigos. 8 Porque con lo mismo que castigaste a los adversarios, con eso mismo, nos glorificaste llamándonos a Ti. 9 Los hijos santos de los buenos ofrecían sacrificios a escondidas y se imponían unánimes esta ley divina: que los santos compartirían por igual los bienes y peligros; así empezaron a entonar los cantos de alabanza de los padres. El libro de la Sabiduría está hablando de la noche en que los israelitas se disponían a salir de Egipto. Los egipcios habían decretado hacer morir a los primogénitos varones de los hebreos (cfr Ex 1,15-22). Para eludir la muerte, Moisés, recién nacido, es expuesto (v. 5) sobre las aguas del Nilo en una canastilla y salvado providencialmente por la hija del faraón (E