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Mostrando entradas de enero, 2023

Sal de la tierra, luz del mundo (Mt 5,13-16)

5º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 13 »Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale más que para tirarla fuera y que la pisotee la gente. 14 »Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; 15 ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa. 16 Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos. Las imágenes de la sal y de la luz reflejan la condición de quien vive las bienaventuranzas, es decir, del discípulo de Jesús, y señalan la importancia de las buenas obras (v. 16). Cada uno ha de luchar por la santificación personal, pero también por la santificación de los demás. Jesús lo enseña con estas dos expresivas imágenes. La sal preserva de la corrupción los alimentos. En los sacrificios de la Antigua Ley simboliza

Anuncio a Jesucristo, y a éste, crucificado (1 Co 2,1-5)

5º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 1 Y yo, hermanos, cuando vine a vosotros, no vine a anunciaros el misterio de Dios con elocuencia o sabiduría sublimes, 2 pues no me he preciado de saber otra cosa entre vosotros sino a Jesucristo, y a éste, crucificado. 3 Y me he presentado ante vosotros débil, y con temor y mucho temblor, 4 y mi mensaje y mi predicación no se han basado en palabras persuasivas de sabiduría, sino en la manifestación del Espíritu y del poder, 5 para que vuestra fe no se fundamente en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios. El centro de la predicación paulina es Cristo y Cristo en la cruz, puesto que la fe, más que basarse en la sabiduría humana, tiene en la cruz y en la potencia divina su solidez inalterable. El mensaje cristiano, en consecuencia, «no admite indiferencia, ni sincretismo, ni acomodos. Representa la belleza de la Revelación. Lleva consigo una sabiduría que no es de este mundo. Es capaz de suscitar por sí mismo la fe, una fe

Tu luz: las obras de misericordia (Is 58,7-10)

5º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 7 ¿[El ayuno que yo prefiero] no es compartir tu pan con el hambriento, e invitar a tu casa a los pobres sin asilo? Al que veas desnudo, cúbrelo y no te escondas de quien es carne tuya. 8 Entonces tu luz despuntará como la aurora, y tu curación aparecerá al instante, tu justicia te precederá y la gloria del Señor cerrará tu marcha. 9 Entonces clamarás, y el Señor te responderá, pedirás socorro, y Él te dirá: «Aquí estoy». Si apartas de en medio de ti el yugo, el señalar con el dedo, y la maledicencia, 10 y ofreces tu propio sustento al hambriento, y sacias el alma afligida, entonces tu luz despuntará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía. Estas palabras son parte de una denuncia profética: se condena con severidad y crudeza el delito, que en este caso se trata del formalismo en la práctica del ayuno (vv. 1-7), pero se termina con palabras de aliento y consuelo (vv. 8-14) y no con

La Bienaventuranzas (Mt 5,1-12a)

4º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 1 Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; 2 y abriendo su boca les enseñaba diciendo: 3 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. 5 Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos. 11 »Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el

Dios eligió la flaqueza del mundo (1 Co 1,26-31)

4º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 26 Considerad, si no, hermanos, vuestra vocación; porque no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios, y Dios eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; 28 escogió Dios a lo vil, a lo despreciable del mundo, a lo que no es nada, para destruir lo que es, 29 de manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios. 30 De Él os viene que estéis en Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención, 31 para que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Como en el caso de los Apóstoles —«No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (Jn 15,16)— también es el Señor quien elige, quien da la vocación a cada cristiano (vv. 26-29). Dios es quien ha escogido a esos fieles de Corinto sin fijarse en criterios de sabidur

Un pueblo humilde y pobre (So 2,3; 3,12-13)

4º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 2,3 Buscad al Señor todos los humildes de la tierra, que cumplisteis sus mandatos. Buscad la justicia, buscad la humildad; quizás así seáis preservados el día de la ira del Señor. 3,12 Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, y pondrán su esperanza en el Nombre del Señor. 13 Los restos de Israel no cometerán iniquidad, ni hablarán mentira, ni se encontrará en su boca lengua dolosa. Ellos podrán apacentarse y reposar sin que nadie los espante. De entrada se aconseja la práctica de la humildad. Es la misma cualidad que se afirma más tarde del pueblo que salvará el Señor (3,12), y la que proclamó más tarde Santa María «porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones» (Lc 1,48). Se abre así una puerta a la esperanza que recuerda otros pasajes de la Biblia : «¿Quién sabe si Dios se dolerá y se retraerá, y retornará de

Os haré pescadores de hombres (Mt 4,12-23)

3º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 12 Cuando oyó que Juan había sido encarcelado, [Jesús] se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazaret se fue a vivir a Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: 15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí en el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles, 16   el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz; para los que yacían en región y sombra de muerte una luz ha amanecido. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: —Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos. 18 Mientras caminaba junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón el llamado Pedro y Andrés su hermano, que echaban la red al mar, pues eran pescadores. 19 Y les dijo: —Seguidme y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos, al momento, dejaron las redes y le siguieron. 21

Que no haya divisiones entre vosotros (1 Co 1,10-13.17)

3º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 10 Os exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos tengáis un mismo lenguaje y a que no haya divisiones entre vosotros, a que viváis unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir. 11 Porque, por los de Cloe, me han llegado noticias sobre vosotros, hermanos míos, de que hay discordias entre vosotros. 12 Me refiero a que cada uno de vosotros va diciendo: «Yo soy de Pablo», «Yo, de Apolo», «Yo, de Cefas», «Yo, de Cristo». 13 ¿Está dividido Cristo? ¿Es que Pablo fue crucificado por vosotros o fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? 17 Porque Cristo no me envió a bautizar sino a evangelizar, y no con sabiduría de palabras, para no desvirtuar la cruz de Cristo. Con severidad recrimina San Pablo las divisiones surgidas entre los corintios, más que por motivos doctrinales, por razones partidistas. La amonestación es grave: «Por el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (v. 10), y la exhortación cl

Les ha brillado una luz (Is 8,23b-9,3)

3º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 23 Pero no habrá más tinieblas donde había angustia. Así como en el tiempo primero menospreció la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, en el tiempo postrero honrará el camino del Mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles. 1 El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, a los que habitaban en tierra de sombras de muerte, les ha brillado una luz. 2 Multiplicaste el gozo, aumentaste la alegría. Se alegran en tu presencia con la alegría de la siega, como se gozan al repartirse el botín. 3 Porque el yugo que los cargaba, la vara de su hombro, el cetro que los oprimía, los quebraste como el día de Madián. Comienza a hacerse presente, aún entre sombras, la figura del rey Ezequías, que a diferencia de su padre Ajaz, fue un rey piadoso que confió totalmente en el Señor. Después de que Galilea fuera devastada por Teglatpalasar III de Asiria, con l

Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29-34)

2º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 29 Al día siguiente vio a Jesús venir hacia él y dijo: —Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 30 Éste es de quien yo dije: «Después de mí viene un hombre que ha sido antepuesto a mí, porque existía antes que yo». 31 Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel. 32 Y Juan dio testimonio diciendo: —He visto el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él. 33 Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: «Sobre el que veas que desciende el Espíritu y permanece sobre él, ése es quien bautiza en el Espíritu Santo». 34 Y yo he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. Juan testimonia no sólo que Jesús es el Mesías, sino que Él, con su muerte sangrienta redime al mundo del pecado. Este testimonio del Bautista es presentado como modelo del que hemos de dar los cristianos de lo que hemos visto y experim

Llamados a ser santos (1 Co 1,1-3)

2º domingo del Tiempo ordinario - A. 2ª lectura 1 Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, 2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, y a todos los que invocan en todo lugar el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor suyo y nuestro: 3 gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. La presentación que el Apóstol hace de sí mismo (vv. 1-2) contiene su nombre y tres rasgos que muestran su dignidad: la llamada divina, el oficio de apóstol de Jesucristo y el querer de Dios, como fundamento de su misión. San Pablo es «llamado», porque es consciente de que Cristo cambió su vida desde que se encontró con Él en el camino a Damasco (cfr Hch 9,1-9; Rm 1,1). Con el título «apóstol de Cristo Jesús» expresa su misión y prueba la autoridad con que Pablo alaba, enseña, amonesta o corrige de palabra o por escrito. El nombre de Cristo Jesús se

Luz de las naciones (Is 49,3.5-6)

2º domingo del Tiempo ordinario - A. 1ª lectura 3 Y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, en quien me glorío». 5 Ahora dice el Señor, el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob volviese a Él y para reunirle a Israel, pues soy estimado a los ojos del Señor y mi Dios ha venido a ser mi fortaleza: 6 «Muy poco es que seas siervo mío para restaurar las tribus de Jacob y hacer volver a los supervivientes de Israel. Te he puesto para ser luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los extremos de la tierra». Estas palabras forman parte del segundo canto del Siervo del Señor (Is 49,1-6). En el primero (Is 42,1-9) se presentaba al «siervo» y se hablaba de su tarea en la liberación del pueblo exiliado. Al comienzo del segundo, el siervo toma directamente la palabra y se dirige a las «islas, los pueblos lejanos» sabiéndose destinado por Dios desde el seno materno para efectuar, también en ellos, los designios divin

Bautismo de Jesús (Mt 3,13-17)

Bautismo del Señor. Evangelio - A 13 Entonces vino Jesús al Jordán desde Galilea, para ser bautizado por Juan. 14 Pero éste se resistía diciendo: —Soy yo quien necesita ser bautizado por ti, ¿y vienes tú a mí? 15 Jesús le respondió: —Déjame ahora, así es como debemos cumplir nosotros toda justicia. Entonces Juan se lo permitió. 16 Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua; y entonces se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. 17 Y una voz desde los cielos dijo: —Éste es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido. ¿Por qué Jesús debía pasar por este bautismo si no tenía pecado que purificar (cfr Hb 4,15)? Tampoco los evangelistas soslayan esta dificultad. Las palabras de Juan el Bautista, con su resistencia a bautizar a Jesús (Mt 3,14), lo indican también. Pero ni los evangelios ni la tradición cristiana, que está en su origen y que les sigue, omitieron el relato. La narración deja

Dios lo ungió con Espíritu Santo y poder (Hch 10,34-38)

  Bautismo del Señor. 2ª lectura 34 Pedro comenzó a hablar:   —En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en cualquier pueblo le es agradable todo el que le teme y obra la justicia. 36 Ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciando el Evangelio de la paz por medio de Jesucristo, que es Señor de todos.   37 Vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder, y cómo pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. La conversión del centurión pagano Cornelio al cristianismo es uno de los puntos culminantes del libro de los Hechos de los Apóstoles. Manifiesta la dimensión universal del Evangelio y hace ver que la fuerza del Espíritu Santo no conoce límites ni barreras. Por ello, como en otras ocasiones, Lucas lo narra dos veces: en este ­capítulo, según el orden de los

Luz de las naciones (Is 42,1-4.6-7)

Bautismo del Señor. 1ª lectura 1 Mira a mi siervo, a quien sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre él: llevará el derecho a las naciones. 2 No gritará, ni chillará, no hará oír su voz en la calle. 3 No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo vacilante. Dictará sentencia según la verdad. 4 No desfallecerá ni se doblará hasta que establezca el derecho en la tierra. Las islas esperarán su ley. 6 «Yo, el Señor, te he llamado en justicia, te he tomado de la mano, te he guardado y te he destinado para alianza del pueblo, para luz de las naciones, 7 para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la prisión a los cautivos y del calabozo a los que yacen en tinieblas. El Señor, que ha manifestado su poder en la creación (Is 40,12-31) y que ha mostrado sus designios de salvación con los hechos realizados en la historia (Is 41,1-29), anuncia una nueva etapa en sus acciones para salvar a su pueblo. E