30º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 46 Llegan a Jericó. Y cuando salía él de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, un ciego, Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al lado del camino pidiendo limosna. 47 Y al oír que era Jesús Nazareno, comenzó a decir a gritos: —¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí! 48 Y muchos le reprendían para que se callara. Pero él gritaba mucho más: —¡Hijo de David, ten piedad de mí! 49 Se paró Jesús y dijo: —Llamadle. Llamaron al ciego diciéndole: —¡Ánimo!, levántate, te llama. 50 Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús. 51 Jesús le preguntó: —¿Qué quieres que te haga? —Rabboni, que vea —le respondió el ciego. 52 Entonces Jesús le dijo: ...