21º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 33 ¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué incomprensibles son sus juicios y qué inescrutables sus caminos! 34 Pues ¿quién conoció los designios del Señor?, o ¿quién llegó a ser su consejero?, 35 o ¿quién le dio primero algo, para poder recibir a cambio una recompensa? 36 Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él la gloria por los siglos. Amén. La bondad de Dios, que ha permitido la desobediencia de judíos y gentiles, pero se ha apiadado de sus miserias (v. 32), arranca en el Apóstol encendidas exclamaciones de alabanza al misterioso designio de Dios (vv. 33-35), que termina con una doxología: «A Él la gloria por los siglos. Amén» (v. 36). Y comenta Orígenes: «Añade el “Amén” para que entendamos que a esa felicidad se llega a través de Él, de quien está escrito también en el Apocalipsis: Esto dice el Amén (Ap 3,14)» ( Commentarii in Romanos 8,13).